Chuparse el dedo es muy común en los bebés, desde que están en el vientre materno, la supervivencia del recién nacido depende de una succión oral instintiva, que le permite una satisfacción nutricional y le proporciona una sensación de bienestar y seguridad, ya que le sirve de intercambio con el mundo exterior.

     El reflejo de la succión constituye una respuesta innata, que se produce ante un estímulo en la región oral, de tal forma que cuando algo contacta con las mejillas o labios, los bebés dirigen sus movimientos al estímulo e intentan introducirlo en la boca.

     Casi todos los bebés se chupan el dedo, más tarde o más temprano.  Cuando el seno o el biberón no están cerca, es natural que el bebé se calme succionando algo, el dedo, la manita, una mantita, un chupón.  Es considerado normal hasta que el niño/a presente 3 años de edad.  A medida que crecen, el interés por el dedo comienza a disminuir, momento en el cual, con la aparición de las piezas dentarias temporales es reemplazado gradualmente por la masticación, se considera un mal hábito cuando persiste estando las piezas temporales en boca, después de los 3 años de edad.

     El hábito del dedo se caracteriza por ocasionar que el maxilar comienza a deformarse, provocando que, el paladar sea más angosto o estrecho, por lo que a futuro no habrá espacio suficiente para los dientes permanentes, los incisivos frontales superiores, se encuentran dirigidos hacia afuera por la presión del dedo, ocasionando una deformación de su cara y esto ocasiona que fácil puedan fracturarse estos dientes.




      El hábito de chuparse los dedos, desarrolla muchas patologías si se alarga en tiempo y persistencia, afectando:

     Es muy importante detectar a tiempo este mal hábito, por sus diferentes patologías que ocasiona en los dientes, cara, autoestima del niño/a y la preocupación de los padres, se debe de acudir a un ortodoncista, para que desde temprana edad se elimine esté hábito a tiempo, sin dejar secuelas y  evitar después  un tratamiento más largo y agresivo.

     Si se requiere eliminar el hábito, es preciso tener mucho cuidado, una interferencia abrupta, puede provocar la aparición de tendencias antisociales, mucho más difícil de convivir con ellas que el propio hábito.

     Para ello, el masajear las manos del niño, acariciarle el pelo, sirve como forma de relajarse, hablar con el y recordarle de buena manera que no debe de chuparse los dedos, pueden ser una alternativa positiva a la hora de ayudarlo a que se quite el mal hábito.

     Otro de los tratamientos es la técnica adversivas, que consisten en impregnar los deditos del niño/a con sustancias líquidas de sabor desagradables como amargas o agrías, también hay barnices especiales, se pueden llegar a colocar guantes de tela, un bendaje, o simplemente un listón en los dedos que se chupa.

     Es importante acudir al ortodoncista, para que se construya un aparato o dispositivo ortodónticos, como pueden ser trampas linguales, aparatos especiales con rejillas, siempre y cuando esto sea a edades tempranas.

     En algunos casos se inicie con ortopedia y se finalice con tratamiento de ortodoncia, para ello se le pide a los padres cooperación y paciencia tanto de ellos como del niño.